miércoles, 31 de agosto de 2016

Dilma Rousseff, destituida definitivamente por el Senado de Brasil

El proceso de ‘impeachment’ termina con el mandato de la primera presidenta mujer de Brasil y con 13 años de gobierno de su partido.


Hubo un laberíntico debate jurídico de última hora. Uno más en este proceso inacabable. Pero después, los 81 senadores que tenían en su mano el destino de Dilma Rousseff –y el de Brasil– votaron. El tablero electrónico parpadeó a la una y media de la tarde y dio la respuesta prevista por todos desde hacía tiempo: Rousseff, por 61 votos a 21, es condenada a dejar desde hoy la presidencia de forma definitiva y a abandonar en el plazo de un mes su residencia oficial de Brasilia. Desde la tribuna, un grupo de seis o siete personas comenzó a corear el himno de Brasil enarbolando una bandera. Pero la solemnidad de la ocasión y el peso histórico de lo que acababa de ocurrir empujó al resto de la sala, abarrotada, a guardar silencio. Brasil culmina así el cambio de Gobierno más traumático y esquizofrénico de su reciente democracia. La votación, con el país en suspenso viéndolo por la televisión, constituyó el último capítulo de un largo proceso de impeachment que comenzó el 2 de diciembre.
Poco después de la votación se anunciaba que Michel Temer, el presidente interino (antes vicepresidente y aliado de Rousseff, ahora enemigo declarado de ella) iba a asumir horas después la presidencia por completo para marchar después a la cumbre del G-20 en China. Mientras, en el Palacio de la Alborada, en un ambiente sombrío y de derrota, Rousseff se preparaba para asumir su nuevo estado de ex presidenta expulsada por la puerta de atrás. El senado, en un gesto de clemencia, votó en contra de inhabilitarla por ocho años de todo cargo público. Una de sus defensoras, la senadora Karia Abreu, alegó que Rousseff, de 69 años, así podría dar clases y conferencias en universidades y alcanzar la anualidad que le falta para conseguir la jubilación. En teoría, también le abre las puertas a un (improbable) regreso político.
La sesión fue histórica y final. Rousseff decidió apurar todas y cada una de las fases del impeachment a pesar de que las previsiones aventuraban su fracaso casi desde el principio. Fernando Collor de Melo, que también sufrió una destitución similar en 1992, se bajó en marcha al renunciar antes de llegar a la conclusión. La resistencia de Rousseff fue más simbólica que práctica, encaminada a dejar claro que no aceptaba ni aceptaría jamás el veredicto. “Estamos a un paso de la concretización de un verdadero golpe de Estado”, dijo el lunes, delante de los 81 senadores que la juzgaron.

Rousseff confiaba en parar el proceso, pero no contaba con que todo iba a actuar en su contra: los mercados, la calle, la prensa, su vicepresidente, la economía, sus propias decisiones...
A Rousseff se le ha condenado por maquillar las cuentas públicas. El origen remoto del proceso hay que buscarlo en un informe de tres abogados que denunciaron a la presidenta hace más de nueve meses de hacer trampas con el presupuesto mediante un abstruso mecanismo de préstamos públicos. Los senadores brasileños se han pasado horas y días y meses discutiendo en un perpetuo Día de la Marmota sobre si el retraso por parte del Gobierno en reembolsar un pago efectuado por un banco público a un programa estatal se podía considerar delito o no. En los últimos meses han surgido en el país centenares de especialistas en esta minucia contable, en una trinchera y en otra. Para la defensa, eso ni es delito ni es algo raro: todos los presidentes anteriores lo han hecho. Los acusadores han repetido que nadie está por encima de la ley, ni siquiera el presidente de la República y ni siquiera para esto. Uno de sus más fervientes defensores, el ex ministro de Economía Nelson Barboza replicó el sábado: “Ustedes han decidido que hay un crimen y luego han buscado el delito”.
En el fondo, el impeachment siempre fue político. A Rousseff se le ha juzgado (y condenado), entre otras cosas, por su gestión. No habría sido expulsada del cargo si la economía no se hubiera despeñado en 2005 y en 2016 más de un 3% del PIB, si el paro no hubiera escalado a un 11% o si la inflación, un verdadero fantasma en la sociedad brasileña, no hubiera repuntado hasta un 7%. De otra manera: si bajo su segundo mandato Brasil no hubiera embarrancado en la mayor recesión de los últimos 80 años. Tampoco habría sido expulsada si su popularidad no se hubiera despeñado; o si no hubieran salido a la calle en los últimos meses cientos de miles de personas, sobre todo en São Paulo, pidiendo su destitución y si la prensa de São Paulo o Río de Janeiro no hubieran coincidido en pedir un día sí y otro también su cabeza. Tampoco si hubiera logrado forjarse alianzas entre los congresistas y los senadores en vez de encerrarse en su palacio y convertirlos en sus enemigos. Los mismos que la han juzgado ahora. Para sobrevivir en Brasilia en un Congreso tan hostil, voluble y pulverizado en decenas de partidos como el brasileño hay que hacer política de la de andar por casa: dar, prometer, conspirar, agradar, conversar, ceder, entrar y salir. Lula era un maestro en eso. Pero Rousseff no: su carácter íntegro, férreo, rígido, austero, prepotente y burocrático se lo impedía.
Las acusaciones continuas de corrupción, que envolvían por entonces al PT (aunque nunca a ella personalmente) multiplicaban el voltaje político. Y a toda esa presión se sumó la más sibilina y punzante de los mercados: bastaba que el proceso de impeachment avanzara para que la bolsa subiera y el dólar cayese, en un signo evidente de cuál era la preferencia de los poderes financieros. El por entonces vicepresidente Michel Temer, del centrista PMDB, se hizo cuidadosamente a un lado para no estorbar la caída de la presidenta y quedar él de pie. Cuando fue nombrado presidente interino, en mayo, Rousseff le calificó simplemente de traidor.

Bastaba que el proceso de impeachment avanzara una etapa más para que la bolsa subiera, en un signo evidente de cuál era el resultado que los poderes financieros preferían
Pero nada tampoco habría sido posible sin la labor de un personaje oscuro, el ex presidente del Congreso Eduardo Cunha, que en diciembre de 2015 decidió rescatar de un cajón el informe de los tres abogados –podía haber sido otro- y chantajear con él a Rousseff y a al PT. Cunha, acusado por la Fiscalía de tener en Suiza 5 millones de dólares provenientes de sobornos de Petrobras iba a ser investigado en la Comisión de Ética del Senado. Para evitarlo, amenazó a la presidenta con dar curso a ese informe en forma de impeachment si los decisivos diputados del PT de esa comisión votaban a favor de investigarle. El PT afirmó que no se plegaría y sólo unas horas después Cunha admitía a trámite el informe de las galimatías fiscales. Por entonces Rousseff confiaba en parar el proceso en alguna de sus múltiples etapas, pero no contaba con que todo iba a actuar en su contra: los mercados, la calle, la prensa, Temer, la economía, sus propias decisiones, los senadores y el mismo Cunha, al que nadie impidió encargarse de acelerar vertiginosamente el proceso. Así, el informe se transformó en una bola de nieve imparable que ha acabado por tragarse a la presidenta Rousseff en una votación histórica.

(fUENTE:  http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/31/america/1472649732_720732.html   y selección de Patrick)


sábado, 27 de agosto de 2016

Evo enfrenta su crisis más dolorosa

Tras el brutal asesinato del viceministro de Interior a manos de los mineros cooperativistas el jueves, el mandatario enfrenta una de sus crisis más severas y denuncia una "conspiración". Quienes fueron sus aliados, torturaron y mataron a golpes a uno de sus "soldados".

Por Constanza Cruz D.
27 de agosto del 2016 / 01:27 Hrs



Había dos cajones listos para ser utilizados. Si la represión policial en contra de los mineros cooperativistas continuaba, matarían al viceministro de Interior boliviano, Rodolfo Illanes. Esa fue la amenaza que hizo el presidente de la Cooperativa 20 de Octubre de Siglo XX de Potosí, Josué Caricari, la noche del jueves. “Si hay algún movimiento de las fuerzas policiales, estamos dispuestos a ofrendar vidas. Está el viceministro con nosotros; pasa algo, al primero que vamos hacer… tenemos dos cajones”, advirtió el dirigente en una de las llamadas que tuvo con la red boliviana Erbol. 
El dirigente exigió la renuncia del ministro del Interior, Carlos Romero, “si no, vamos a colgar a su viceministro”. Illanes, quien había viajado a Panduro, en el límite del departamento de Oruro y La Paz, para convencer a los cooperativistas a dialogar con el gobierno, fue secuestrado a las 10 de la mañana del jueves y su cuerpo fue encontrado envuelto en una frazada en la carretera. Cercano a Evo Morales, era conocido como su “soldado”. Había estado a su lado desde 2006, cuando el mandatario llegó al poder. Illanes fue torturado y murió por un derrame cerebral. También murieron tres cooperativistas. Ayer detuvieron a 15 mineros como presuntos responsables del asesinato. 
Evo Morales, quien ahora afronta quizás la peor crisis social en sus más de 10 años en el poder, afirmó que esto era una “conspiración política, no una reivindicación social” y estableció tres días de duelo. Calificó el asesinato de “actitud cobarde” y aseguró que el “diálogo siempre estuvo abierto”. Además, declaró a Illanes como héroe defensor de los recursos naturales. 
Una acto así en contra de un funcionario de gobierno no se veía desde 1946, cuando el Presidente Gualberto Villarroel fue colgado en la Plaza Murillo.
Los mineros cooperativistas  -que suman más de 100 mil en todo el país y que producen principalmente zinc, estaño y plata- se han unido en asociaciones que ellos mismos administran. Desde 1980 que las cooperativas fueron organizadas para contrarrestar el desempleo tras el cierre de minas estatales, pero se convirtieron en empresas estables, a pesar de que utilizan tecnología precaria, destaca la agencia The Associated Press. Estos mineros han sido históricos aliados de Evo Morales e incluso lo apoyaron  en el referendo de febrero. Fueron, además, uno de los protagonistas de la llamada Guerra del Gas en noviembre de 2003. La minería representa la segunda riqueza de Bolivia después del gas natural.
Sin embargo, las tensiones entre estos mineros y el gobierno comenzaron a fines de 2015 tras la caída de los precios de las materias primas. A lo largo del tiempo, las cooperativas han sido grandes beneficiados y han sido catalogados de “consentidos” del gobierno: no pagan ciertos impuestos, durante años se les dio maquinaria, herramientas, recursos económicos y no tienen obligaciones sindicales. Además, participan en la Asamblea Legislativa. “La luna de miel se fue apagando a medida que las demandas fueron en aumento”, destacó el diario  paceño Página Siete. 
  La crisis se agravó el martes, luego de que los mineros bloquearon carreteras en Bolivia, en respuesta a una ley que promulgó el mandatario que permite la sindicalización en las cooperativas. Protestan, además, en contra de la reforma de la Ley Minera. Los mineros exigen, entre otras cosas, nuevos lugares para explotar y que se les permita firmar contratos con empresas privadas para hacer frente a la caída de los precios, algo que está en contra de la Constitución. Lo que comenzó como una manifestación contra esa normativa, terminó en una jornada sangrienta contra el gobierno. 
“El Estado debió haber intentado desde un primer momento nacionalizar la minería cooperativista. Ha jugado política y electoralmente”, dice a La Tercera el sociólogo y columnista de Página Siete, Franco Gamboa. “Eran un sector importante de alianza política y electoral. Ahora se encuentran prácticamente en la oposición abierta”, agrega.

En los últimos meses, Evo ha ido perdiendo apoyo en sectores que históricamente lo respaldaban. El mes pasado la Central Obrera Boliviana (COB) protestó por el cierre de una empresa textil. Ahora su apoyo se sustenta básicamente en los cocaleros y en el “Pacto de Unidad, alianza de sectores sindicales campesinos e indígenas leales al caudillismo” dice Gamboa.

(Fuente:  http://www.latercera.com/noticia/mundo/2016/08/678-694188-9-evo-enfrenta-su-crisis-mas-dolorosa.shtml  y selección de Patric)




sábado, 20 de agosto de 2016

Morales inaugura el comando militar “anti imperialista”, obligatorio para todos los oficiales

Bajo la consigna de ”Patria o muerte!”, la divisa de la revolución cubana, el presidente Evo Morales inauguró esta semana la escuela militar “antiimperialista” de Bolivia. Es el signo del cambio en ese colectivo castrense, cuya fama de golpista le acompañó en la última mitad del siglo XX.


 La Escuela Juan José Torres, que debe su nombre al ex Presidente militar que en 1970 expulsó al estadounidense Cuerpo de Paz y luego fue derrocado y asesinado por la Triple A en Argentina, será paso obligado para ascender al grado de capitán. Este año tendrá 100 alumnos.
Hace 34 años que Bolivia goza de libertades democráticas. Dice el general Gonzalo Durán, jefe de las tres fuerzas militares, que ninguno de sus camaradas jóvenes conoce lo que es un golpe de Estado.
“El imperialismo, por sus intereses ideológicos, políticos y económicos, hizo que las Fuerzas Armadas se enfrenten con su pueblo en tiempos de dictadura”, sostuvo en el acto de apertura de la escuela impulsada por el Presidente Evo Morales.
Las nuevas Fuerzas Armadas -acusadas por sus detractores de más de un centenar de golpes desde el inicio de la República en 1825- deben ahora, según Durán, promover “la descolonización, la igualdad de género, la interculturalidad y la inclusión social”.
Para mantener esta convicción antiimperialista, sostuvo, “es imprescindible promover un cambio en la formación de nuestros cuadros, cimentado en cuatro pilares”.
La escuela funciona en Warnes, una población cercana a Santa Cruz (este), en el predio donde iba a estar la escuela militar del Alba, un proyecto frustrado en 2011, a pesar del apoyo de Irán, y reflotado vanamente en 2015 por el Presidente venezolano Nicolás Maduro.
Morales, que inauguró la Escuela de Comando Militar “antiimperialista”, dijo que esta tiene la misión de servir “para la defensa del pueblo y no del imperio”.
Morales, que inauguró la Escuela de Comando Militar “antiimperialista”, dijo que esta tiene la misión de servir “para la defensa del pueblo y no del imperio”.
Morales, que inauguró la Escuela de Comando Militar “antiimperialista”, dijo que esta tiene la misión de servir “para la defensa del pueblo y no del imperio”.
Según el general Gonzalo Durán, jefe de las tres fuerzas militares, ninguno de sus camaradas jóvenes conoce lo que es un golpe de Estado.
Según el general Gonzalo Durán, jefe de las tres fuerzas militares, ninguno de sus camaradas jóvenes conoce lo que es un golpe de Estado.
  (Fuente:  http://es.mercopress.com/2016/08/20/morales-inaugura-el-comando-militar-anti-imperialista-obligatorio-para-todos-los-oficiales  y selección de Patric)