Saludo. Un simpatizante conversa con el presidenciable del FA, Tabaré Vázquez, en un acto partidario./EL OBSERVADOR
por Guillermo Pellegrino
A veinte días de las elecciones generales en Uruguay, la última encuesta de la consultora Factum presentó un panorama sin cambios respecto al sondeo del mes anterior: la coalición gobernante Frente Amplio (FA) alcanza un 42% de intención de voto; el Partido Nacional (PN), un 32%; el Partido Colorado (PC), un 15%, y el Partido Independiente (PI) –el otro que actualmente tiene representación parlamentaria– tiene un 3%. Asimismo, otros dos partidos de tendencias de izquierda, la Unidad Popular y el Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), cuentan cada uno con 1% de la adhesión popular. Bajo este escenario, en el que ningún postulante logra más del 50% de los sufragios, la posibilidad de una segunda vuelta parece inevitable.
Dividido en dos grandes bloques, el escenario político es el mismo que Uruguay presenta desde fines de los ‘90: por un lado, el Frente Amplio (con su ecléctica gama de sectores, que van desde socialdemócratas y socialistas, a comunistas y ex tupamaros) y por otro lado el de las dos divisas tradicionales unidas y más conservadoras.
Con tales guarismos, salvo que ocurriese algún hecho extraordinario que en estos últimos días de campaña incidiera fuertemente en la intención de los votantes, un escenario de balotaje se consolida para el 30 de noviembre. Porque la cifra de indecisos de 3% que marcó esta encuesta de Factum no tendría mayor relevancia si es que algunos de los dos principales candidatos, Tabaré Vázquez (FA) y Luis Lacalle Pou (PN), pretende acceder al sillón presidencial en los comicios del 26 de octubre. Todo parece indicar, entonces, que unos de los principales focos de interés de esa jornada apunte a la composición de las cámaras de senadores y diputados. El otro, lógicamente, se centrará en cómo se comporte realmente el electorado, para saber cómo se paran y desde donde arrancan los candidatos en una campaña, que hasta ahora ha mostrado bastante menos fervor popular que la de 2009, cuando ganó José Mujica.
¿Qué podría pasar en el balotaje? “Los estudios demuestran que blancos y colorados ya votaron juntos en 1999 y en el 2009, la primera con candidato colorado (Jorge Batlle, que obtuvo la presidencia) y la segunda con candidato blanco. El partido que no llega al balotaje aporta al candidato con el que se alía cerca del 80% de su electorado. Es decir que hay entre un 15 y un 20% que no vota al otro partido tradicional. En principio, para esta oportunidad se espera más o menos lo mismo, aunque las simulaciones de preferencia a presidente binarias hoy indican que el apoyo sería bastante masivo desde los colorados a blancos”, dijo a Clarín Eduardo Bottinelli, director de Factum, quien explicó que ese último concepto no se puede aseverar ya que es fundamental ver el escenario tras la primera vuelta.
En cuanto a que puede pasar con el téorico 5% de los votantes de los otros partidos menores, para Bottinelli los votantes del PI “en principio se dividirían 2/3 hacia Vázquez y 1/3 hacia Lacalle”.
El panorama de hace un año, que marcaba que Tabaré ganaría cómodo, cambió radicalmente. “Hay un desgaste del ejercicio del gobierno y de su propia figura; además Vázquez cometió algunos errores que lo mostraron fuera de sintonía con la mayoría de la población que dudaba en votarlo”, afirma Bottinelli. “Lacalle Pou, en cambio, generó un entusiasmo importante en los grupos que no apoyan al FA, logró unificar al PN primero y ahora se muestra como un gran adversario de Vázquez”, concluyó.
(fUENTE: http://www.clarin.com/mundo/consolida-escenario-segunda-vuelta-Uruguay_0_1226277406.html y selección de Patric)
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